El Gobierno mantiene su
intransigencia y las negociaciones con la oposición dialoguista siguen
estancadas; así se verán afectadas las provincias, pero la Nación tendrá mayor
margen de maniobra
Al filo del cierre de
las sesiones ordinarias en el Congreso, el oficialismo clausuró toda
negociación del presupuesto 2025 con los gobernadores aliados de Pro y de la
UCR y dejó abierta la amenaza de prorrogar, por segunda vez, el presupuesto de
2023. Nunca en la historia reciente se apeló a este mecanismo –de por sí excepcional–
dos veces consecutivas.
LOS ZIGZAGS DEL DOMADOR
DE LA CASTA
Si bien el Gobierno
parece minimizar sus consecuencias, la oposición advierte que, sin ley de
presupuesto, al ministro de Economía, Luis Caputo, se le dificultaría un nuevo
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) como así también sería una
mala señal al mundo inversor.
Al asumir su mandato
hace un año, Milei justificó su decisión de prorrogar el presupuesto 2023 en la
emergencia económica que heredó de la gestión de Alberto Fernández, que dejó al
país al borde de la hiperinflación. Cuando comenzó su gestión, las partidas de
gastos totalizaban $40,2 billones. Por efecto de la inflación –que acumuló a
octubre una suba del 107%– la recaudación excedente le permitió al Gobierno
ampliar el presupuesto y más que duplicar el gasto sin aval del Congreso.
En efecto, según la
Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP) y la Oficina de Presupuesto del
Congreso (OPC), el Poder Ejecutivo amplió partidas este año por $55,6 billones,
llevando el presupuesto vigente a $95,9 billones, un 138,4% de suba respecto
del inicial. Aun así, el Gobierno, merced a su política de ajuste y de
reordenamiento fiscal, logró a octubre un superávit financiero acumulado de
$1,82 billones, en contraste con el déficit de $5,43 billones registrado
durante el mismo período del año anterior.
¿Tendrá el Gobierno la
misma discrecionalidad en el manejo del gasto el año próximo si prorroga el
presupuesto? Sí, pero en menor escala por la baja de la inflación. En 2025
prevé un total de ingresos por $115,2 billones; así está estimado en el
proyecto de presupuesto que todavía no se aprobó y que se elaboró sobre un
cálculo de inflación del 18% punta a punta. Ergo, de prorrogarse el presupuesto
vigente de 2023 (con el gasto actualizado en $95,9 billones), los excedentes
acumularían unos $20 billones.
Este sería el margen de
discrecionalidad que tendría el Poder Ejecutivo para asignar partidas si,
eventualmente, se prorrogase una vez más el último presupuesto de la gestión de
Fernández. La oposición afirma que esta arbitrariedad, en definitiva, tendrá patas
cortas pues, a su juicio, le resultará más perjudicial al Gobierno no tener ley
que prorrogar la actual.
Tres puntos claves
El presupuesto que
envió Milei a la Cámara de Diputados contiene al menos tres puntos clave que,
de no convertirse en ley, quedarían en la nada. Uno de ellos es la ratificación
de la fórmula de movilidad jubilatoria, que establece el ajuste por inflación
de los haberes. Hoy esa fórmula sigue vigente por el decreto 268/24 que estuvo
a tiro de ser rechazado por el Congreso y, además, fue judicializado.
Otro artículo clave del
presupuesto 2025 es el que establece la eliminación de la indexación de las
asignaciones familiares. Esta decisión convierte un gasto automático en un
gasto discrecional, lo que lo hace ajustable; de allí el interés de Caputo a
que se establezca por ley.
El discurso completo de
Javier Milei por el Presupuesto 2025 en el Congreso
El proyecto también
incluye un artículo fundamental para la estrategia financiera del ministro de
Economía: el que replica, a manera de espejo, el decreto 846/2024, el cual
flexibiliza las condiciones para canjear deuda en moneda extranjera. En efecto,
ese decreto libera al Ministerio de Economía de las exigencias que fija la ley
de administración financiera en cuanto a mejorar montos, plazos y/o intereses a
favor del Estado, permitiéndole avanzar sin autorización del Congreso.
La oposición más dura
intentó rechazarlo hace diez días en la Cámara de Diputados por entender que
concede demasiadas atribuciones al Gobierno; sin embargo, a duras penas el
decreto logró mantenerse en pie merced a los bloques dialoguistas que, por
orden de sus gobernadores, decidieron no sumarse a la ofensiva. Confiaban en
que el oficialismo, a cambio, se mostraría más concesivo en sus demandas en el
presupuesto 2025.
Los reclamos de los
mandatarios aliados se sintetizan en dos puntos: que la Nación coparticipe
recursos tributarios que, insisten, corresponde a las provincias pero que el
Gobierno no reparte o subejecuta. También reclaman que el Gobierno atienda las
deudas y garantice el financiamiento de las cajas previsionales no transferidas
a la Anses, un agujero fiscal que desvela a 13 gobernadores.
MILEI PASA AL ATAQUE
CONTRA VILLARRUEL Y TODOS LOS DEMÁS “ZURDOS”
“Solo reclamamos que se
cumpla con las leyes vigentes”, sostienen los gobernadores. Empero, Caputo les
bajó el pulgar y dejó trascender que sus reclamos son “inadmisibles” por su
costo fiscal que, según dejó trascender, totalizaría 3700 millones de dólares.
Asimismo, en el Gobierno reprochan que los gobernadores “siempre demandan más
recursos” pero son renuentes a discutir las deudas que sus provincias mantienen
con la Nación.
El golpe de gracia a
las negociaciones –que hasta ahora tuvieron escasos avances sustantivos– lo dio
el presidente de la Comisión de Presupuesto, José Luis Espert, cuando el martes
pasado suspendió la firma del dictamen del presupuesto, a solo diez días de la
finalización de las sesiones ordinarias. Un ardid que le permitió al
oficialismo neutralizar a la oposición e imponer su pliego de condiciones.
“El presupuesto debe respetar a rajatabla el
déficit cero. Solo si es así podríamos convocar a sesiones extraordinarias en
diciembre”, desafían desde la Casa Rosada, decidida a que su proyecto sea
aprobado prácticamente a libro cerrado.
Los gobernadores
aliados intentarán una última negociación este lunes; sin embargo, son pocas
sus expectativas. “Veremos entrado el año próximo si se mantienen tan
intransigentes. No es gratuito no tener ley de presupuesto”, advierten.
Por Laura Serra / LA
NACIÓN +