A partir de abril solo
podrán jubilarse una de cada diez mujeres y tres varones de cada diez por el
fin de la moratoria previsional. La fecha concreta será el próximo 23 de marzo,
cuando venza el plazo que estableció la Ley 27.705, de febrero de 2023.
La importancia de la
moratoria surge de las estadísticas públicas de la Administración Nacional de
la Seguridad Social (Anses), que indican que en el primer semestre de 2024
(último dato) se sumaron 216.621 nuevos jubilados, de los que 160.163 lo
hicieron por la vía de la moratoria (74%) y solo 56.458 (26%) no precisaron de
ese mecanismo.
De acuerdo con
trascendidos surgidos de Anses, dados a conocer la semana pasada, tres de cada
cuatro jubilaciones otorgadas en 2024 lo fueron a través de moratorias.
A junio de 2024, la
administración pagaba 5,62 millones de jubilaciones, de los 3,78 millones se
alcanzaron vía moratoria y 1,84 millones por los mecanismos sin moratoria.
El gobierno nacional
siempre se manifestó en contra de la moratoria previsional y expresó su
voluntad de eliminarla. Tanto el presidente Javier Milei como el ministro de
Economía, Luis Caputo, y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, como otros
funcionarios, le han adjudicado a la moratoria la responsabilidad por las bajas
jubilaciones en general. ”La moratoria licuó las jubilaciones”, dijo Caputo en
marzo pasado en respuesta a la indicación de este y otros medios de que el
gobierno estaba licuando los haberes.
También ha planteado un
problema de falta de equidad ya que mientras los jubilados sin moratoria hicieron
los aportes mensuales a lo largo de 30 años como mínimo, los provenientes de la
moratoria no los realizaron.
Sin embargo, el ajuste
del gasto previsional en 2024, del 30% según diversas cuentas, indica que para
el gobierno liberticida los derechos de los ”jubilados con aportes” no son
intocables.
De acuerdo con una
fuente con conocimiento del tema, a medida que se acerque la fecha del fin de
la moratoria, el gobierno incrementará sus criticas a este esquema y
aprovechará el contexto para plantear sus iniciativas para el tema previsional,
especialmente la posibilidad de volver a un régimen privado complementario del
actual, tal como quedó expresado en el acta firmada el 9 de julio de 2024 en
Tucumán tanto por el presidente como por casi todos los gobernadores.
Es decir, ante el
problema de fondo que es el prolongado vaciamiento del sistema previsional, el
gobierno pretende acentuar esa tendencia sacándole más aportes para que vayan a
un renacido sistema privado.
Vaciamiento
La destrucción
financiera del sistema previsional es la consecuencia de varios factores. El
más importante es la amplitud del trabajo no registrado, que alcanza al 50% de
los trabajadores en actividad. Es decir, la Seguridad Social solo recibe la
mitad de la plata que debería, que se divide en dos partes: el aporte del
asalariado, del 11% de su salario, y la contribución de la empresa, de entre el
18 y el 20% de la masa salarial.
El gobierno nacional
considera que la falta de aportes previsionales es una responsabilidad del
trabajador. La propia moratoria así lo indica al exigirle al jubilado que se
haga cargo de los aportes no realizados por sus patrones. Esta mirada
contradice la legislación y la jurisprudencia: para la Justicia, el responsable
de realizar los aportes es el empleador, no el empleado.
Otro factor que impacta
en la recaudación para la Seguridad Social son las reducciones de las
contribuciones patronales allí donde hay empleo registrado. Desde el gobierno
de Carlos Menem, en los años 90, se ha vuelto una práctica común que el
“fomento” de la actividad económica privada pase por una reducción del dinero
que una empresa debe entregar a la Seguridad Social. Así, la contribución
patronal puede llegar a reducirse a 0 en el caso de la contratación de nuevos
trabajadores.
Con la moratoria caída,
el gobierno de ultraderecha le ofrece al trabajador dos alternativas: seguir
trabajando hasta completar los 360 aportes o acceder a la Pensión Universal del
Adulto Mayor (PUAM), que paga un 80% de la jubilación mínima pero que se otorga
a partir de los 65 años, con lo que se extiende de hecho la edad jubilatoria de
las mujeres al tiempo que no da derecho a pensión por viudez y no toma en
cuenta los años de aportes jubilatorios realizados. Además, esta opción está
limitada solo a personas en situación de vulnerabilidad.
Se consolidaría así la
conversión del derecho jubilatorio – y su constitución como salario diferido –
en un ingreso de indigencia que está muy lejos de cubrir las necesidades
básicas de un jubilado.
Tiempo Argentino